Instantáneas

-“¿Quieres ponerme de una vez el café?”. Berta, la dueña de la cafetería es la única mujer que conozco capaz de fumar un pitillo y mascar chicle de regaliz a la vez, mientras con una mano prepara los cafés, con la otra calienta las tostadas. Aunque tal vez, su mayor encanto sean esos gritos desde por la mañana.

-“¡Ya, va!, ¡Ni que tuvieras prisa por pasarte el día entero en tu vespa persiguiendo a famosos!

-“No, realmente quiero pasarme la mañana viendo como a pesar de las carreras que te metes detrás de la barra, tu culo no se reduce una pizca. ¿Seguro que no tienes poderes? Umm... la mujer del trasero antirreductor...” Un café es lanzado desde la otra esquina de la barra e interceptado por las rápidas de Pedro. “Vale, vale, gracias por el café. ¿Sabes podrías dedicarte al balón mano?”.

-“¡Vete a la mierda!”.

Todas mis puñeteras mañanas son iguales, pero lo más triste es que no son sólo las mías. Cada uno de los que está en este antro hace todos los días exactamente lo mismo, todos sentados en sus mismos sitios, todos mojando las tostadas pensando en lo larga y aburrida que se hará la mañana en el curro. Mucha gente debe pensar que tener un trabajo de fotógrafo y más del tipo ‘paparazzi’ es emocionante o al menos movidito. Pero ¿ realmente es posible creer que perseguir a zorras que se acuestan con cocainómanos forrados de pasta o a futbolistas con preocupante parecido al hombre de Cromañón es apasionante?. El único que se lo ha montado bien de verdad en esta profesión es el puto Peter Parker de los tebeos de Spiderman, vale que también perseguía a retrasados para fotografiar pero al menos les sacudía mientras hacía el trabajo. Yo quería ser artista, exponer mis trabajos fotográficos en galerías de arte, y qué narices, ganar mucha pasta. Pero la única foto artística que he vendido en mi vida fue a una prima de mi madre medio ciega.

-“ Perdone, ¿me puede alcanzar el servilletero?”

-“¿eh?, ¡ah! Sí, tome aquí tiene” Una mano blanca, casi transparente asió con fuerza el servilletero.