Ya hemos vuelto del verano y ya vuelven esas historias de las que vosotros sois los auténticos creadores, y yo solo pongo esa chispa que impulsa todas las historias, de hecho mi patética prosa no daría ni para dos páginas de un libro. Después de la primera prueba veraniega ahora es cuando se comprobará si esta idea mía de hacer una página en internet en la que cada uno puede continuar historias de la manera que le venga en gana funciona o no. Por cierto, una cosa que si estaría bien para guardar un poco las formas es que cuando continuéis la historia no cambiéis la forma de narrar de 1ª persona a 3ª y viceversa cada dos por tres, intentaré que cada nueva historia este narrada de manera distinta, aunque es cierto que me encanta contar las cosas en primera persona.
Si alguien quiere darme alguna sugerencia me parecería perfecto, siempre que me lo mande a mi correo y nunca aquí, pues como ya dije solo quiero que continuéis las historias y no otro tipo de escrito, comencemos ya pues.
Luces, cámaras, acción.... por favor dejen de comer pipas los de detrás del decorado, que se oye todo, ¡ahora, ya!
Minúsculos problemas (parte 1)
Una rata jugueteando con los cordones de mis botas y ese estúpido halcón que no hace mas que defecar por todos lados, son mi única compañía desde que me encerraron en esta maldita cueva. Quién me mandaría a mi proteger a esa maldita niña humana de nadie, claro que, nunca he aguantado que nadie me llame enano, vale que sea enano, pero odio que la gente lo diga de manera despectiva.
-¡Mierda! – Con un golpe seco de sus pie hace una pequeña grieta en la pared, un hueco minúsculo por el que ni un enano recién nacido pasaría, aunque sí una rata, lástima que su golpe seco también fuera mortal.
-¡Arg! Ahora estoy cubierto de despojos de rata, lo que me faltaba-.
Odio a los humanos y sus problemas de amor, odio a los hechiceros y sus conjuros pestilentes, y lo que más odio es a esos malditos trolls come niños babosos y estúpidos que disfrutan encerrando a enanos metomentodos en puñeteras cavernas. Si al menos tuviera un poco de cerveza fresca, aunque tal vez tenga razón mi mujer y debiera dejar la bebida, si no hubiera ido hace dos semanas a la taberna nada de esto hubiera ocurrido, sino....
-¡Maldita sea!-. Ya no se ni lo que digo, dejar la cerveza, me estoy volviendo loco, demasiado tiempo encerrado, tengo que encontrar una forma de salir de aquí aunque sea sólo por perder de vista a ese halcón bueno para nada. Llevo tres días y aún no se para que pueden servir estas piedras azules, el bastardo de Endor me dijo que eran más poderosas que cualquier hacha pero, he probado a tirarlas con fuerza contra las paredes y nada, he probado a mascarlas y casi me rompo un diente, he probado a chascarlas y ni chispas consigo, odio las piedras azules.
Si alguien quiere darme alguna sugerencia me parecería perfecto, siempre que me lo mande a mi correo y nunca aquí, pues como ya dije solo quiero que continuéis las historias y no otro tipo de escrito, comencemos ya pues.
Luces, cámaras, acción.... por favor dejen de comer pipas los de detrás del decorado, que se oye todo, ¡ahora, ya!
Minúsculos problemas (parte 1)
Una rata jugueteando con los cordones de mis botas y ese estúpido halcón que no hace mas que defecar por todos lados, son mi única compañía desde que me encerraron en esta maldita cueva. Quién me mandaría a mi proteger a esa maldita niña humana de nadie, claro que, nunca he aguantado que nadie me llame enano, vale que sea enano, pero odio que la gente lo diga de manera despectiva.
-¡Mierda! – Con un golpe seco de sus pie hace una pequeña grieta en la pared, un hueco minúsculo por el que ni un enano recién nacido pasaría, aunque sí una rata, lástima que su golpe seco también fuera mortal.
-¡Arg! Ahora estoy cubierto de despojos de rata, lo que me faltaba-.
Odio a los humanos y sus problemas de amor, odio a los hechiceros y sus conjuros pestilentes, y lo que más odio es a esos malditos trolls come niños babosos y estúpidos que disfrutan encerrando a enanos metomentodos en puñeteras cavernas. Si al menos tuviera un poco de cerveza fresca, aunque tal vez tenga razón mi mujer y debiera dejar la bebida, si no hubiera ido hace dos semanas a la taberna nada de esto hubiera ocurrido, sino....
-¡Maldita sea!-. Ya no se ni lo que digo, dejar la cerveza, me estoy volviendo loco, demasiado tiempo encerrado, tengo que encontrar una forma de salir de aquí aunque sea sólo por perder de vista a ese halcón bueno para nada. Llevo tres días y aún no se para que pueden servir estas piedras azules, el bastardo de Endor me dijo que eran más poderosas que cualquier hacha pero, he probado a tirarlas con fuerza contra las paredes y nada, he probado a mascarlas y casi me rompo un diente, he probado a chascarlas y ni chispas consigo, odio las piedras azules.