martes, octubre 04, 2005

Atracción diabólica

Últimamente tengo una pequeña saturación, así que he pedido una colaboración especial de una muy buena amiga llamada Patch de la que muchos conoceréis su blog. Bajo unas pequeñas directrices mías, se ha encargado esta vez de realizar el comienzo de la historia, superando con creces mi pobre narrativa, espero que disfrutéis de este grandioso comienzo y que toméis esta nueva historia con ganas.

Shhhhh! Silencio que empieza.







Atracción diabólica

Ana y Diego estaban emocionados. Por primera vez iban a ir al parquede atracciones, como les habían prometido sus abuelos. El abuelo al final se había puesto malo y no pudo ir, así que la abuela se fue con su amiga Lina para vigilar a los pequeños, que tenían 12 y 8 años.

-Diego, tienes que cuidar de tu hermanita, que para eso eres el mayor,¿eh? Además, no te montes en cosas muy peligrosas, que luego a la abuela le da miedo- mamá siempre se preocupaba demasiado, porque Ana era muy espabilada para su edad y en ocasiones era ella la que cuidaba de su hermano.

Los niños se montaron en el autobús. Sabían que iba a ser un día inolvidable. Su abuela iba una fila delante sin parar de hablar con Lina. Antes de llegar, ya iban viendo los carteles que anunciaban que estaban cerca del parque. Ana apretaba la mano de su hermano, no podía aguantar las ganas de bajarse y ver todas las atracciones y todos los misterios que les esperaban. Ambos habían estado en las fiestas de su barrio, y papá había dicho que el parque de atracciones era como eso pero más grande y más divertido. La atracción favorita de Diego era el tren de la bruja, aunque Ana prefería la noria.

Por supuesto, nada más llegar, Diego arrastró a Ana al tren de la bruja, no podía esperar a subirse en los vagones, donde unos hombres disfrazados les darían globos. Que estuviera todo a oscuras lo haría más divertido. La abuela les gritó que les esperaría en una terraza y que tuvieran cuidado. Y algo así como "portaos bien" pero ¿qué demonios? Estaban en el parque de atracciones. Y todo era posible.

Para sorpresa de los niños, no había mucha cola, así que en pocos minutos se encontraron subidos a los vagones. El tren echó a andar un poco más lento que en las ferias, pero eso no les importaba. Esperaban ansiosos que viniera el primer "monstruo", pero no se oía nada. Los niños de delante se habían callado sin razón aparente. Ana se asomó por un lado de la vagoneta a ver qué podía averiguar. De nuevo se puso en marcha el tren y empezaron a aparecer "monstruos" entre las sombras.

Diego apretó la mano de su hermana. Un monstruo se les acercó con un globo en la mano. Ana se asustó porque ese globo tenía una forma muy extraña. Estaba demasiado blando. Tenía tacto de carne y olía fatal. Además desprendía un líquido pegajoso que resbaló por la mejilla de Ana manchándole el vestido. La niña no aguantó más y se puso a gritar. En ese momento, el vagón se paró y se separó del resto del tren, dejando a los dos niños en mitad de una vía abandonada.

-Yo recordaba que el tren no andaba mucha distancia. Vamos, Ana, a ver qué encontramos.

Echaron a andar. Ana se agarraba cada vez más fuerte a su hermano. Derepente, tropezaron con algo blando en la vía. Diego se agachó y lo tocó. Tenía tacto de niño, olía a niño. Pero no se movía. Cada vez tenían más sensación de que algo andaba mal.